lunes, 14 de mayo de 2012


No tiene la culpa el Lunes



Los fines de semana son mágicos para todos, son una tregua en la vida de cada individuo en donde puede dejar de lado la rutina diaria y dedicarse a hacer alguna actividad gratificante, hay quién lo dedica a pasear, otros asean su casa, lavan su coche o simple y sencillamente descansan, se tiran en la cama hasta que la espalda les duele y solo se levantan para comer y volver a los dulces brazos de la cama (aunque no tengan compañía) también esta el tipo de personas que se entregan al dios Baco y se la pasan en el alcohol las 48 horas de gracia que se nos regalan cada semana, pero (recuerden que siempre hay un pero) toda esta magia, toda la gracia que disfrutamos, toda la paz que nos brindan estos dos días que conforman el soñado y anhelado fin de semana dan a luz a un hijo perverso y despiadado, lleno de maldad y temido por toda la humanidad, el solo decir su nombre provoca que hasta el pelo más recóndito de nuestro cuerpo se erice y que una lagrima corra por nuestra mejilla, ese hijo es el encargado de llevarse toda la magia y de regresarnos a nuestra triste realidad, su infame nombre es Lunes y hoy haciéndole honor vamos a comentar algunas reacciones que provoca en las personas.
Vamos a suponer que estamos en la cabeza de un pobre desgraciado al que se le ocurrió festejar como loco su cumpleaños durante el fin de semana, lo último que se grabo en su memoria afectada por nubes borrachosas fue el como sus amigos lo llevaron cargando hasta su departamento y lo arrojaron a la cama, literalmente como un boxeador que después de recibir un derechazo en la mandíbula cae noqueado al dulce suelo del ring. Desgraciadamente para el cuando la pelea termina la campana suena, solo que esta campana parece estar empeñada en sonar y sonar hasta reventar la adolorida cabeza de nuestro boxeador. La realidad es que no es ninguna campana sino el despertador que incesante le recuerda que ya es hora de levantarse para ir a trabajar y la cabeza le duele mucho más que a un boxeador, los golpes que ha recibido han sido directos al cerebro, decide que es injusta toda esta situación, hace a un lado el despertador y se duerme “10 minutos más”.
Regularmente cuando hacemos eso, estemos en la condición que estemos (aunque se agrava con la condición de este individuo) entendemos a la perfección la teoría sobre la relatividad del tiempo y descubrimos como fácilmente 10 minutos más se pueden convertir en 60 minutos tarde, es por eso que cuando nuestro atleta en reposo volvió a la consciencia y echo una mirada rápida al reloj, se levantó de un brinco como impulsado por un resorte y dijo sus gloriosas primeras palabras del día “puta madre”. Decir que se metió a bañar sería una mentira, entro a la regadera, se mojo algunas partes de su cuerpo, brincó dentro de su ropa (arrugada) se lavo los dientes y se alineo un poco el cabello para acto seguido salir corriendo por la puerta rumbo a su coche. Debo decirles que cada movimiento brusco que hacía durante este agitado proceso le causaba mareos y un terrible dolor de cabeza pero para eso es hombre para aguantar ¿o que no?
Llegó corriendo a pesar del dolor al estacionamiento que el correspondía a su vehículo para descubrir que no se encontraba ahí, de manera inmediata y como sucede en las películas vino a él un flashback en el cual recordaba como sus amigos lo bajan de su coche y mencionaban que no era buena idea dejarle el carro a la mano por lo que acordaron llevárselo y entregarlo hasta el día siguiente.
El día ya podía ser considerado como de porquería y apenas comenzaba (maldito Lunes), constantemente se repetía en su adolorida cabeza que era un estúpido por dejarse llevar en domingo por sus más bajos instintos. En un taxi rumbo a su trabajo realizó una llamada a su jefe mismo que contestó con una voz somnolienta y escuchó pacientemente la elaborada historia del empleado que le contaba como al despertar descubrió que su coche había sido robado y para colmo un choque estaba provocando un caos en la avenida por la que circulaba (todo un clásico), todo esto a manera de excusa para justificar su retardo y que no le fueran a descontar el día.
El jefe colgó el teléfono y se le vino a la mente el pensamiento de que a sus empleados se les comenzaba a terminar la creatividad, él aún en la cama no estaba ni remotamente interesado por asistir a la oficina este día, había algunos privilegios que el jefe se podía dar y el estar por encima del poder que ejercía sobre todos en la oficina el terrible Lunes era uno de esos privilegios. Pero su poder se limitaba solamente a la oficina y solamente a su persona, como su esposa si se tuvo que levantar para hacer el desayuno a los niños y enviarlo a la escuela él a los ojos de su esposa, se tenía que levantar a llevarlos. Con lagañas en los ojos y los efectos de la almohada notablemente marcados en su cabello, nuestro develado amigo (no por fiesta suya sino por la de unos vecinos) ya se encuentra en la interminable fila de vehículos conducidos todos ellos por mamás histéricas o papás aún más histéricos y desesperados por entregar a sus retoños en la puerta y pisar el acelerador a fondo rumbo a sus trabajos, el sonido imperante es el claxon de los vehículos que vienen atrás, el caos es total y nuestro flamante jefe en descanso comienza a preguntarse porque demonios se le ocurrió no ir a la oficina el día de hoy, para acabarla al regresar a su casa su esposa ya no esta, dejo una nota en donde le pide que lave los platos y se prepare el desayuno porque ella se fue a su rutina de aerobics, decide que eso es todo, toma el teléfono y llama a su esposa le comenta que surgió una crisis en la oficina y que debe reportarse de inmediato mientras se viste acorde a la ocasión y vuelve a su automóvil. La esposa que no se chupa el dedo y conoce a la perfección a su marido cuelga el teléfono y piensa para sus adentros “¿crisis? Como no” marca a la oficina y Marthita la asistente de su esposo levanta el teléfono, después de saludarla amable e hipócritamente (la maldita tiene un muy buen cuerpo y en su opinión es una ofrecida) le pregunta por su marido, a lo que recibe la respuesta ya conocida de que no se ha reportado por el momento, después viene la pregunta llena de veneno que dice más o menos así: “Oye y ¿habrá algo que sea urgente para que atienda el día de hoy? Es que fíjate que le quiero dar una sorpresa pero no quiero interferir con su trabajo” la respuesta le generara al jefe un dolor similar al de una patada en las meras bolas “no señora hoy esta todo muy tranquilo, que se diviertan”.
Marthita cuelga el teléfono en la oficina y rápidamente pasa el informe a sus compañeros, el jefe no vendrá el día de hoy.
Son las 10 de la mañana y el ambiente en la oficina es bastante relajado, más aún con la noticia recién recibida, por todas partes de la extensión territorial que comprende ese pequeño espacio se puede ver a los empleados pasearse y platicar, la imagen se parece mucho a la de niños en recreo cada quién con sus amiguitos unos por aquí platican sobre la jornada increíble que se vivió en el fútbol nacional y dan sus pronósticos para el partido final que sucederá esta misma semana, otros por allá han formado una mesa redonda de analistas políticos que envidiaría cualquier cadena noticiosa, en la cual discuten sobre el futuro del país con tal o cual candidato y otros solamente comparten lo que hicieron el fin de semana, todos sin excepción se han quejado de que es lunes y al parecer ninguno de ellos pudo dormir bien, son las 10:30 y llega a la oficina el boxeador, con cara de asustado y desprendiendo un potente olor a alcohol barato que no ayuda como acompañante de su historia sobre el coche robado y el choque que causo un caos total, para su fortuna el jefe no esta y al parecer no asistirá por lo que se dirige al baño, lo cierra con llave y se acuesta a dormir otros “10 minutitos”
Son las 11:20 ya los grupos se han separado y aunque relajados cada quién se enfoca en su trabajo, a pesar de lo poco que llevan en la oficina a la mayoría les ha parecido ya un día eterno y eso que no esta el jefe presionándolos, pero porque el público lo pidió aparece como broma del destino la silueta rechoncha del jefe en la recepción, las sonrisas se vienen abajo, de inmediato van por el boxeador al baño, ahora si todos a trabajar, el jefe saluda y se encierra en su oficina, al fin paz, da indicaciones de que no le pasen llamadas e incluso de que digan que no se encuentra ahí, se recuesta en su sillón de piel y visita los brazos de Morfeo, esas indicaciones que dio le darán un fuerte dolor de cabeza cuando regrese a su casa e intente explicar a su mujer en donde estaba ya que en la oficina le dijeron que no había ido el día de hoy.
Ahora la imagen de los empleados es muy distinta, las caras largas, los movimientos lentos y sistemáticos, en vez de parecer niños en recreo parece extras de una película de zombies, mañana será otro día habrá pasado el impacto de perder el fin de semana tan súbitamente, será Martes y el Martes ya no es tan malo.
Finalmente esta es una historia de millones que se dan en una ciudad como Urbania, a todos desde niños hasta adultos nos frustra el volver a las actividades después de un corto periodo de descanso y es el motivo por el cual el Lunes tiene tan mala fama, he escuchado a personas proponer que se diera de descanso el lunes también y que la vuelta a las actividades fuera el Martes, pero el Martes se ha opuesto severamente a ocupar el odiado lugar de su compañero de al lado, hoy es Lunes de terror para muchos y no les puedo decir más que miren hacia el frente, faltan 5 días para el Viernes. Nos vemos en la calle.




Agente 07
Maldiciendo el día

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