¿Recuerdas?
En Urbania al igual que en muchas
partes de esta canica azul que llamamos tierra se festeja o conmemora el día
dedicado a los niños, algunos dicen que es a la niñez como tal con todo lo que
representa, otros dicen que es a los derechos que les fueron reconocidos a los
niños; lo cierto es que es un día para que los que ya no somos tan niños
podamos recordar aquellos días en los que nuestra mayor preocupación era la
tarea de matemáticas y ganar en el partido de fútbol.
Caminando como de costumbre por
las calles de Urbania veo pasar a la cotidiana fauna con su paso acelerado,
esclavos del reloj y de un trabajo que muy probablemente no es lo que les gusta
hacer pero es lo que les da de comer.
Escuche en días pasados un spot
en la radio que me hizo reflexionar y decía algo parecido a lo siguiente: “si
de niños soñábamos con ser bomberos, astronautas o doctores ¿porqué acabamos de
narcotraficantes, rateros y secuestradores?” algo dramático pero en el fondo la
idea me pareció muy acertada.
Miren a esa mujer que camina de
prisa, impecablemente arreglada usando una falda entallada, tacones altos y un
elegante saco sastre, se puede ver en su rostro el peso de todas las deudas que
tiene a causa de querer estar siempre a la moda, sus tarjetas de crédito pesan
más que 30 ladrillos y su trabajo no es que digamos el mejor pagado de la
ciudad, pero ella hace mucho tiempo fue conocida como Clarita la de las
rodillas raspadas y deben saber que tenía ese apodo debido a que siempre lucía
costras en sus extremidades consecuencia de su gusto por trepar a los árboles,
era la dueña de una improvisada casa de árbol a la que solo entraba aquel que
podía llegar a ella, en el interior de este privado club se sostenían reuniones
que pocas veces han sido vistas en la faz de la tierra, a ellas acudían
exploradores, panteras, changos y toda clase de animales obviamente
representados por otros niños que tenían la misma habilidad y gusto por trepar
que Clarita ella siempre soñó con ser una exploradora, de esas que se internan
en una jungla oscura llena de peligros indescriptibles para no salir en varios
días y solo después de haber descubierto alguna ciudad perdida llena de oro o
alguna nueva especie de animal fantástico, descubrimientos por los cuales sería
famosa y reconocida en todo el mundo; al verla pasar puedo ver que sus rodillas
ya no recuerdan lo que es tener cicatrices y la única jungla en la que se
interno en su vida fue en esta jungla de asfalto que igual esta llena de
peligros pero no como los que ella imaginaba, su rostro que antes irradiaba
ahora luce apagado y ahogado por la rutina.
Y es que ser niño es un regalo
que se nos da solo una vez en la vida, es la etapa en la que podemos alucinar
sin la necesidad de ninguna sustancia, y en la que podemos ser todo y creemos que
es posible cualquier cosa; vuelvo la mirada a la realidad de la calle en la que
me encuentro y puedo ver a Ricardo me da tristeza verlo con una guitarra
tratando de sacar algunas monedas de la caridad de las personas que suben los
vidrios de sus automóviles para ni siquiera molestarse en decirle “no tengo
cambio” Ricardo que en otros tiempos fue mi amigo también era conocido como un
gran historiador y escritor, le gustaba contar sus aventuras y escribirlas a
manera de historietas que a su vez eran dibujadas por Manolo uno de esos niños
que prácticamente nacen sabiendo dibujar, juntos eran dueños de una pequeña
editorial clandestina que circulaba sus publicaciones por el aula siempre a
escondidas de que la maestra no las fuera a encontrar, curiosamente nunca
soñaron ni con ser escritores ni editores ni nada por el estilo, Ricardo tenía
la certeza de que sería él quién le demostraría al mundo que los Dragones aún
existían, afirmaba y hasta había publicado en una de sus historietas, conocer
la ubicación de una cueva en la que vivía un dragón que exhalaba fuego, él ya
lo conocía y Manolo también, de no ser así ¿cómo había hecho para dibujarlo tan
detalladamente? La cueva al igual que todas las locaciones escogidas por los
editores del comic, estaba muy cerca de la escuela pero nadie estaba tan loco
como para ir a verificar la veracidad de estos relatos, por el contrario
esperábamos ansiosos a que llegara el día en que Ricardo se decidiera a
demostrar la existencia del dragón y así podríamos decir, “nosotros ya lo
sabíamos”; Ahora Ricardo convive con un dragón que arroja fuego de su boca cada
vez que la luz del semáforo se pone en color rojo a Manolo no lo he vuelto a
ver pero espero que sus sueños no estén tan fracturados como los de mi amigo
con la guitarra.
Mi vista ha recorrido la mayor
parte de la calle y he visto a cientos de personas que sin dudas han cambiado
sus sueños de la infancia por lo que la vida les ha entregado, algunos se
acercaron a ellos otros no pudieron estar más alejados pero veo en un charco
que se encuentra a mis pies el reflejo de un rostro cansado, es un rostro que
al igual que muchos de los que caminan por ahí no ha conseguido ser lo que
aquel pequeño anhelaba, de inmediato mi memoria viaja hacia una calle sola, el
viento roza mi rostro y mi cabello despeinado se vence ante él, estoy corriendo
el gran premio de mi país a bordo de uno de los vehículos más rápidos que el
hombre ha creado jamás, impulsado por tecnología alienígena y capaz de volar si
la situación lo requiere para evitar alguno de los miles de obstáculos que la
pista puede presentar. En realidad viajo en un rudimentario vehículo que
consiste de 4 llantas, un volante y una tabla de madera que regularmente no
puede alcanzar grandes velocidades, pero eso cambia si amarras este vehículo a
una bicicleta impulsada por toda la potencia de tu mejor amigo y ayudada por la
gravedad que genera la calle empinada que es ahora una internacional pista de
carreras, recuerdo que los accidentes estaban a la orden del día y la manera de
bajar de aquel vehículo era rodando por los suelos o bajando un zapato para
crear fricción con el suelo, cosa que generaba el descontento de mi mamá que no se podía explicar el porque los
zapatos me duraban tan poco, al igual que Clarita mis rodillas estaban constantemente
raspadas pero la variedad de las actividades que generaba junto con mis amigos
era mas bien enfocadas al ámbito del caos, gozábamos por ejemplo de sentirnos
guerreros que combatían a los monstruos en la víspera del día de muertos,
teníamos una fortaleza impenetrable que en realidad era el balcón de la casa de
uno de mis amigos, en donde atraídos por los dulces se aglutinaban los
monstruos en la parte de abajo, era entonces cuando los héroes dejaba caer
sobre esa horda de horribles creaturas, cubetas con agua fría que derretían los
rostros de todos los espectros y los enviaban lejos de nuestra posición, los
globos llenos de agua eran otra variante del efectivo armamento utilizado por
los héroes, pero eso era tarea de un día en especial, lo que añorábamos ser en
realidad era agentes secretos, para lo cual teníamos nuestros radios de corto
alcance y estábamos armados con pirotecnia china que no era capaz de dañar a
nadie pero si era capaz de asustar a cualquiera, así en una de nuestras
peligrosas misiones fuimos los encargados de desalojar un autobús en el cual se
nos había reportado que había una bomba, para lograr esto el niño que alguna
vez fui corrió a un costado del vehículo con una bomba de humo en la mano y
justo antes de que la mecha llegara al final la introdujo por una de las
ventanas el resultado fue definitivo, el camión comenzó a llenarse de humo rápidamente
y toda la gente incluyendo al conductor se bajaron corriendo, ellos no lo sabían
pero habíamos salvado sus vidas.
Todos tenemos recuerdos de
nuestra infancia, muy pocos son los afortunados que logran tener éxito en la
difícil tarea de conquistar sus sueño por la simple razón de que son imposibles
o porque la vida nos pone algún obstáculo que nos lo impide, lo cierto es que
en esa etapa tenemos un regalo magnifico que se pierde y no se puede recuperar
jamás y me refiero a la inocencia, esa inocencia que nos convierte en
astronautas, exploradores o cazadores de dragones, esa inocencia que no conoce
el significado de la palabra imposible, como siempre llega a mi un momento de
reflexión y llego a la conclusión de que la infancia es el momento de nuestras
vidas en el que tenemos pleno conocimiento de nuestro potencial y confiamos
100% en nosotros mismos, somos capaces de todo y no cargamos con todo lo
negativo que nos sucede en nuestras vidas, ¿Qué pasaría si todos siguiéramos
con esa mentalidad? Imagínense tener el potencial que tienen los niños aplicado
a nuestras actividades, tener esa actitud de sabernos invencibles y capaces de
realizar cualquier cosa, creo que esta sería una ciudad muy diferente si de vez
en cuando recordáramos a aquellos niños que alguna vez fuimos y tratáramos de
enderezar un poco nuestro camino en función de los sueños que teníamos en
aquellos tiempos.
Ya sea que se festeje el día de
la inocencia o el día de los derechos de los infantes hay que festejar todos
que tuvimos ese regalo en algún momento de nuestras vidas, hay que festejar los
recuerdos y hay que festejar a los enanos soñadores que tengamos cerca, es un
buen día para acercarnos a ese niño, real o interior y pedirle que nos oriente
un poco para retomar nuestro camino y nos recuerde lo que es realmente
importante en esta vida. Nos vemos en la calle.
Agente 07
Agentes secreto y
cazador de monstruos