lunes, 30 de abril de 2012


¿Recuerdas?




En Urbania al igual que en muchas partes de esta canica azul que llamamos tierra se festeja o conmemora el día dedicado a los niños, algunos dicen que es a la niñez como tal con todo lo que representa, otros dicen que es a los derechos que les fueron reconocidos a los niños; lo cierto es que es un día para que los que ya no somos tan niños podamos recordar aquellos días en los que nuestra mayor preocupación era la tarea de matemáticas y ganar en el partido de fútbol.
Caminando como de costumbre por las calles de Urbania veo pasar a la cotidiana fauna con su paso acelerado, esclavos del reloj y de un trabajo que muy probablemente no es lo que les gusta hacer pero es lo que les da de comer.
Escuche en días pasados un spot en la radio que me hizo reflexionar y decía algo parecido a lo siguiente: “si de niños soñábamos con ser bomberos, astronautas o doctores ¿porqué acabamos de narcotraficantes, rateros y secuestradores?” algo dramático pero en el fondo la idea me pareció muy acertada.
Miren a esa mujer que camina de prisa, impecablemente arreglada usando una falda entallada, tacones altos y un elegante saco sastre, se puede ver en su rostro el peso de todas las deudas que tiene a causa de querer estar siempre a la moda, sus tarjetas de crédito pesan más que 30 ladrillos y su trabajo no es que digamos el mejor pagado de la ciudad, pero ella hace mucho tiempo fue conocida como Clarita la de las rodillas raspadas y deben saber que tenía ese apodo debido a que siempre lucía costras en sus extremidades consecuencia de su gusto por trepar a los árboles, era la dueña de una improvisada casa de árbol a la que solo entraba aquel que podía llegar a ella, en el interior de este privado club se sostenían reuniones que pocas veces han sido vistas en la faz de la tierra, a ellas acudían exploradores, panteras, changos y toda clase de animales obviamente representados por otros niños que tenían la misma habilidad y gusto por trepar que Clarita ella siempre soñó con ser una exploradora, de esas que se internan en una jungla oscura llena de peligros indescriptibles para no salir en varios días y solo después de haber descubierto alguna ciudad perdida llena de oro o alguna nueva especie de animal fantástico, descubrimientos por los cuales sería famosa y reconocida en todo el mundo; al verla pasar puedo ver que sus rodillas ya no recuerdan lo que es tener cicatrices y la única jungla en la que se interno en su vida fue en esta jungla de asfalto que igual esta llena de peligros pero no como los que ella imaginaba, su rostro que antes irradiaba ahora luce apagado y ahogado por la rutina.
Y es que ser niño es un regalo que se nos da solo una vez en la vida, es la etapa en la que podemos alucinar sin la necesidad de ninguna sustancia, y en la que podemos ser todo y creemos que es posible cualquier cosa; vuelvo la mirada a la realidad de la calle en la que me encuentro y puedo ver a Ricardo me da tristeza verlo con una guitarra tratando de sacar algunas monedas de la caridad de las personas que suben los vidrios de sus automóviles para ni siquiera molestarse en decirle “no tengo cambio” Ricardo que en otros tiempos fue mi amigo también era conocido como un gran historiador y escritor, le gustaba contar sus aventuras y escribirlas a manera de historietas que a su vez eran dibujadas por Manolo uno de esos niños que prácticamente nacen sabiendo dibujar, juntos eran dueños de una pequeña editorial clandestina que circulaba sus publicaciones por el aula siempre a escondidas de que la maestra no las fuera a encontrar, curiosamente nunca soñaron ni con ser escritores ni editores ni nada por el estilo, Ricardo tenía la certeza de que sería él quién le demostraría al mundo que los Dragones aún existían, afirmaba y hasta había publicado en una de sus historietas, conocer la ubicación de una cueva en la que vivía un dragón que exhalaba fuego, él ya lo conocía y Manolo también, de no ser así ¿cómo había hecho para dibujarlo tan detalladamente? La cueva al igual que todas las locaciones escogidas por los editores del comic, estaba muy cerca de la escuela pero nadie estaba tan loco como para ir a verificar la veracidad de estos relatos, por el contrario esperábamos ansiosos a que llegara el día en que Ricardo se decidiera a demostrar la existencia del dragón y así podríamos decir, “nosotros ya lo sabíamos”; Ahora Ricardo convive con un dragón que arroja fuego de su boca cada vez que la luz del semáforo se pone en color rojo a Manolo no lo he vuelto a ver pero espero que sus sueños no estén tan fracturados como los de mi amigo con la guitarra.
Mi vista ha recorrido la mayor parte de la calle y he visto a cientos de personas que sin dudas han cambiado sus sueños de la infancia por lo que la vida les ha entregado, algunos se acercaron a ellos otros no pudieron estar más alejados pero veo en un charco que se encuentra a mis pies el reflejo de un rostro cansado, es un rostro que al igual que muchos de los que caminan por ahí no ha conseguido ser lo que aquel pequeño anhelaba, de inmediato mi memoria viaja hacia una calle sola, el viento roza mi rostro y mi cabello despeinado se vence ante él, estoy corriendo el gran premio de mi país a bordo de uno de los vehículos más rápidos que el hombre ha creado jamás, impulsado por tecnología alienígena y capaz de volar si la situación lo requiere para evitar alguno de los miles de obstáculos que la pista puede presentar. En realidad viajo en un rudimentario vehículo que consiste de 4 llantas, un volante y una tabla de madera que regularmente no puede alcanzar grandes velocidades, pero eso cambia si amarras este vehículo a una bicicleta impulsada por toda la potencia de tu mejor amigo y ayudada por la gravedad que genera la calle empinada que es ahora una internacional pista de carreras, recuerdo que los accidentes estaban a la orden del día y la manera de bajar de aquel vehículo era rodando por los suelos o bajando un zapato para crear fricción con el suelo, cosa que generaba el descontento de mi mamá  que no se podía explicar el porque los zapatos me duraban tan poco, al igual que Clarita mis rodillas estaban constantemente raspadas pero la variedad de las actividades que generaba junto con mis amigos era mas bien enfocadas al ámbito del caos, gozábamos por ejemplo de sentirnos guerreros que combatían a los monstruos en la víspera del día de muertos, teníamos una fortaleza impenetrable que en realidad era el balcón de la casa de uno de mis amigos, en donde atraídos por los dulces se aglutinaban los monstruos en la parte de abajo, era entonces cuando los héroes dejaba caer sobre esa horda de horribles creaturas, cubetas con agua fría que derretían los rostros de todos los espectros y los enviaban lejos de nuestra posición, los globos llenos de agua eran otra variante del efectivo armamento utilizado por los héroes, pero eso era tarea de un día en especial, lo que añorábamos ser en realidad era agentes secretos, para lo cual teníamos nuestros radios de corto alcance y estábamos armados con pirotecnia china que no era capaz de dañar a nadie pero si era capaz de asustar a cualquiera, así en una de nuestras peligrosas misiones fuimos los encargados de desalojar un autobús en el cual se nos había reportado que había una bomba, para lograr esto el niño que alguna vez fui corrió a un costado del vehículo con una bomba de humo en la mano y justo antes de que la mecha llegara al final la introdujo por una de las ventanas el resultado fue definitivo, el camión comenzó a llenarse de humo rápidamente y toda la gente incluyendo al conductor se bajaron corriendo, ellos no lo sabían pero habíamos salvado sus vidas.
Todos tenemos recuerdos de nuestra infancia, muy pocos son los afortunados que logran tener éxito en la difícil tarea de conquistar sus sueño por la simple razón de que son imposibles o porque la vida nos pone algún obstáculo que nos lo impide, lo cierto es que en esa etapa tenemos un regalo magnifico que se pierde y no se puede recuperar jamás y me refiero a la inocencia, esa inocencia que nos convierte en astronautas, exploradores o cazadores de dragones, esa inocencia que no conoce el significado de la palabra imposible, como siempre llega a mi un momento de reflexión y llego a la conclusión de que la infancia es el momento de nuestras vidas en el que tenemos pleno conocimiento de nuestro potencial y confiamos 100% en nosotros mismos, somos capaces de todo y no cargamos con todo lo negativo que nos sucede en nuestras vidas, ¿Qué pasaría si todos siguiéramos con esa mentalidad? Imagínense tener el potencial que tienen los niños aplicado a nuestras actividades, tener esa actitud de sabernos invencibles y capaces de realizar cualquier cosa, creo que esta sería una ciudad muy diferente si de vez en cuando recordáramos a aquellos niños que alguna vez fuimos y tratáramos de enderezar un poco nuestro camino en función de los sueños que teníamos en aquellos tiempos.
Ya sea que se festeje el día de la inocencia o el día de los derechos de los infantes hay que festejar todos que tuvimos ese regalo en algún momento de nuestras vidas, hay que festejar los recuerdos y hay que festejar a los enanos soñadores que tengamos cerca, es un buen día para acercarnos a ese niño, real o interior y pedirle que nos oriente un poco para retomar nuestro camino y nos recuerde lo que es realmente importante en esta vida. Nos vemos en la calle.


Agente 07
Agentes secreto y cazador de monstruos

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