El viejo barrio.
Este viaje comienza en una casa
como cualquier otra en Urbania, no hay nada en especial con ella, podría ser la
de cualquiera por dentro y por fuera se respira la clase media y la gente del
montón, ahí sentado en un sillón como regularmente le podemos encontrar esta
Don Pepe, hojeando el periódico del día y bebiendo tranquilamente su café.
Don Pepe que en otras épocas
cuando su barrio y el eran más jóvenes fue conocido como el Pepe fue víctima,
por llamarlo de alguna manera, del arranque de un hasta hoy deficiente sistema
educativo, fue llevado a la primaria por sus papás más a fuerzas que otra cosa
en donde lo único que aprendió fue a relacionarse con otros niños, cosa que
considerando el nivel de enseñanza ya era un gran avance. Pero hubo algo más
que descubrió Pepe durante sus años en la primaria de aquel joven barrio, descubrió
que tenía un particular gusto por lo que sus maestros y padres llamaban maldad;
no tardo mucho en formar un grupo de inseparables amigos que a su temprana edad
se divertían molestando a los débiles de la escuela, robándoles sus almuerzos a
la hora del recreo y golpeando a uno que otro distraído que era olvidado por
sus padres a la hora de la salida, ese grupo de pequeños bastardos pronto se
hizo leyenda en la escuela y fueron por consiguiente tema de conversación en
varias reuniones de molestos padres de familia. Se podrán imaginar que los
papás de estos niños no estaban muy enterados que digamos de las actividades
que sus angelitos llevaban a cabo en sus horas de aprendizaje por lo que
siempre que el tema se tocaba en estas reuniones se mostraban sorprendidos,
indignados y furiosos, se retiraban siempre con la promesa de imponer un
castigo ejemplar a sus hijos así como estar muy al pendiente de las actividades
que realizaban en sus tiempos libres, la verdad era que no les importaba en lo mínimo
desde su punto de vista así eran los niños y ya se les pasaría.
Obviamente el campo de acción de
este ilustre grupo de amigos no era limitado por las bardas del colegio, el
barrio se convirtió en su campo de juegos, no tenían competencia y era algo que
les permitía ejercer todo su poder creativo en las calles, ya fuera rayando
alguna pared, rompiendo los cristales de las viviendas por las noches o incluso
asaltando a los niños que eran mandados a la tienda para comprar los
ingredientes de la comida; su creatividad era ilimitada, desgraciadamente para
ellos, al no tener competencia era fácil conocer a los responsables de los
actos vandálicos que se daban en la zona, antes de entrar a la secundaria ya
habían tenido más problemas que muchos adultos en toda su vida, pero eran
niños, las consecuencias siempre eran un regaño de los padres, un día sin salir
de casa y cosas sin importancia.
Llego la secundaria, llego el
alcohol y los cigarrillos, ahora en secundaria los niños se sentían adultos, en
aquellos tiempos era el máximo nivel al que una persona de ese barrio podía
aspirar a estudiar por lo que se sentían superiores a los demás Pepe paso de
ser víctima del sistema educativo a ser un privilegiado del mismo, sus ansias
de vandalismo sin sentido se habían ido, Pepe parecía estar muy interesado en
la escuela y sus calificaciones lo demostraban, era notablemente inteligente y
su comportamiento al igual que el de sus amigos había dado un giro de 360
grados, dejaron de ser tema en las reuniones de padres de familia
Pero un lobo no se convierte en
oveja de la noche a la mañana y la verdad detrás de todo esto era que Pepe
había obtenido una ambición por el dinero que iba más allá de los niveles
normales, en sus reuniones con sus amigos siempre les hablaba de la estrategia
que tenía para hacerse dueño del barrio, de cómo podían llegar a ser ricos de
una manera fácil y rápida pero para eso primero tenían que aprender algunas
cosas y solo la escuela les podía dar esos conocimientos (por el momento), por
eso había motivado a su grupo a que se concentraran en estudiar mientras él
planeaba su golpe de control sobre el barrio.
Como lo dije el barrio era joven,
la mayoría de los que vivían ahí eran personas humildes que trabajaban en una
fabrica textil que se encontraba a unas cuantas cuadras de las viviendas, los
hijos de las personas si iban a la escuela pero los adultos no habían asistido
nunca, la ignorancia era pues el común denominador de los trabajadores en esos
días. Esa era el arma secreta de Pepe quién ahora era un adolescente, su plan
consistía en convencer a los vecinos en base a una historia completamente
creada por él y sus cómplices, de que ellos podían hacer que su dinero creciera
rápidamente en base a pequeñas inversiones realizadas en una empresa nueva que
según su historia sería la que revolucionaria la industria del país, nunca
daban más datos que los que les acabo de otorgar, pero eso si, pedía a los
trabajadores control sobre el dinero que invertirían, este fue el inicio del
plan y solo aceptaron a 10 “clientes” a los que ya tenían muy bien estudiados.
El dinero que obtuvieron lo
utilizaron para comprar maquinaria y rentar un pequeño local, comenzaron su
propia fabrica textil, con sus valiosos conocimientos adquiridos durante su
tiempo en la primaria, amenazaron a las que serían sus primeras trabajadoras
para que sin dudar hicieran lo que ellos les ordenaran, lo que fuera, de lo
contrario sus hijos a los que ya tenían ubicados sufrirían graves
consecuencias. Curiosamente nadie en el barrio se dio cuenta de esto,
curiosamente también las mujeres cuidadosamente seleccionadas eran madres
solteras jóvenes y bastante guapas, finalmente y el más “curioso” de los hechos
fue que esta “fabrica” textil trabajaba solo durante las noches y que de
repente se podían ver personas que evidentemente tenían dinero entrar y salir
del local.
Los 10 inversionistas iniciales
no tardaron en recuperar el doble de su dinero, tal y como se les había
prometido, se podrán imaginar como corrió la voz en el barrio y también se
podrán imaginar que el número de inversionistas interesados en el negocio de
Pepe aumento de manera considerable. Todos se imaginaban que esta fábrica se
dedicaba a atender exclusivamente las peticiones de clientes exclusivos y de
mucho dinero (y así era), ustedes ya se han imaginado lo que esta fabrica era
en realidad, pero deberán recordar que eran otros tiempos y la gente aún
conservaba algo de inocencia.
Muchos de los trabajadores de la
fabrica textil cercana al barrio intentaron cambiarse a la nueva, además de que
estaba más cercana a sus casas, se rumoraba que la paga era mucho mejor, pero
la mayoría de las solicitudes eran rechazadas, solo algunas lograban entrar,
siempre mujeres jóvenes y atractivas, sin hijos o sin esposo, al parecer era el
perfil que pedían y que debido al horario de trabajo que manejaban una persona
casada sin duda tendría problemas con su pareja.
La empresa creció rápidamente,
los inversores recuperaban siempre el doble de su dinero pero no se les
permitía volver a invertir, las empleadas tenían prohibido hablar sobre su
actividad laboral y eran fieles a la empresa, no hablaban ni siquiera con sus
familias, Pepe ya no vivía en el barrio, se rumoraba que había comprado un casa
en uno de los vecindarios más lujosos de la ciudad, lo mismo hicieron sus
amigos, solo se les veía de vez en cuando por ahí tal vez iban para ver como
corría el negocio.
Pepe era ahora un señor del bajo
mundo de Urbania, además de su “fabrica” textil había montado negocios por toda
la ciudad, algunos similares, otros de distribución ilegal de alcohol y no les
voy a mentir sus manos se habían manchado de sangre en más de una ocasión, pero
era algo que ya le tenía sin cuidado, todos sus negocios eran ocultos con
coartadas similares al primero, todos tenían inversionistas que ingenuamente
daban sus datos y hasta presumían el haber realizado una inversión tan buena
con todos sus conocidos, la lista de involucrados crecía día a día y Pepe los
hacía firmar contratos en los que nunca aparecía la identidad del dueño de los
negocios.
Estableció una red de casas de
empeño en los barrios más pobres de la ciudad, convencía a todos de endeudarse
y después les quitaba todo, totalmente amparado por la ley, así paso mucho
tiempo y Pepe tenía una vida plena gracias a sus negocios y a sus
inversionistas que ya no eran solo trabajadores, sino personas de mucho dinero
que invertían enormes cantidades de dinero, el resultado era siempre el mismo,
el inversionista recibía el doble de su dinero y le contaba a otros sobre su
aventura financiera, la cadena era interminable, la mejor publicidad es de boca
en boca.
Prostitución, apuestas, drogas,
asesinatos, todo lo que se puedan imaginar entraba en las empresas de Pepe, sin
embargo él se mantenía al margen solo recibiendo las inversiones de sus socios.
Pero como dicen las malas lenguas, no puedes ganar todas y llego el día en el
que una investigación policial dio por casualidad con su pequeña “fabrica
textil” en plena operación. Todo el barrio estaba indignado de saber que este
tipo de negocio llevaba tantos años operando en sus narices y ellos jamás se
habían dado cuenta, se imaginarán el daño ocasionado a decenas de familias al
saber que sus hijas o madres habían trabajado o trabajaban en esa fabrica, esta
vergüenza general provoco que nadie quisiera decir nada sobre el tema, ni como
había comenzado, ni quién la había comenzado, nada en absoluto; la única prueba
que tenían los detectives era los nombres de los inversionistas que habían
mantenido el negocio a flote, muchos inocentes fueron a parar a la cárcel,
guiados por este modus operandi, los detectives fueron desenmascarando todos
los negocios de Pepe quien se escondía en su mansión con la cola entre las
patas, obviamente su nombre fue mencionado muchas veces por los inversionistas,
pero Pepe no es un nombre sobre el cual se pueda investigar algo, tampoco lo
eran los apodos de todos los amigos de Pepe, los cuales también estaban en sus mansiones
muy lejos de toda sospecha de aquella terrible red de negocios que se había
descubierto en la ciudad. El último acto vil realizado por Pepe consistió en
enviar una carta a todos los inversionistas encarcelados, tenía el membrete de
aquella empresa prometida y que los había hecho tan felices en su momento y
solo contenía una palabra en su interior: Gracias.
Este hecho levanto otra vez la
investigación pero a pesar de los muchos esfuerzos de la policía nunca pudieron
averiguar nada.
Ha pasado mucho tiempo ya, Don
Pepe lee el periódico, vendió su mansión y con el dinero que aún le queda
remodelo una antigua vivienda que tenía en el barrio donde todo comenzó, no sin
antes asegurarse de que ya la mayoría de las personas que lo podían recordar
estaban muertas o bastante viejas como para contar una historia creíble. Don
Pepe ha vuelto a su barrio, convive con los hijos y nietos de los que
estuvieron en la cárcel por invertir en sus negocios, en la opinión de estas
personas es un anciano amable y hasta les causa un poco de lastima el saber que
esta solo sin nadie que lo acompañe en los días que le quedan de vida,
curiosamente a lo largo de su vida nadie se ha interesado por su nombre,
siempre ha sido Pepe y morirá siéndolo. Sigue donde lo encontramos, sentado en
su sillón leyendo el periódico del día y créanlo o no se siente indignado por
la violencia e injusticia que azotan a nuestro país en estos días; puede ser
que sea un cínico, puede ser que este loco al indignarse por hechos similares a
los que él cometió en su juventud o tal vez al igual que todos en aquel humilde
barrio de Urbania ah decidido simplemente continuar con su vida y olvidar el
pasado. Nos vemos en la calle.
Agente 07
Reflexiones durante el
descanso
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