martes, 7 de febrero de 2012


El viejo barrio.

Este viaje comienza en una casa como cualquier otra en Urbania, no hay nada en especial con ella, podría ser la de cualquiera por dentro y por fuera se respira la clase media y la gente del montón, ahí sentado en un sillón como regularmente le podemos encontrar esta Don Pepe, hojeando el periódico del día y bebiendo tranquilamente su café.
Don Pepe que en otras épocas cuando su barrio y el eran más jóvenes fue conocido como el Pepe fue víctima, por llamarlo de alguna manera, del arranque de un hasta hoy deficiente sistema educativo, fue llevado a la primaria por sus papás más a fuerzas que otra cosa en donde lo único que aprendió fue a relacionarse con otros niños, cosa que considerando el nivel de enseñanza ya era un gran avance. Pero hubo algo más que descubrió Pepe durante sus años en la primaria de aquel joven barrio, descubrió que tenía un particular gusto por lo que sus maestros y padres llamaban maldad; no tardo mucho en formar un grupo de inseparables amigos que a su temprana edad se divertían molestando a los débiles de la escuela, robándoles sus almuerzos a la hora del recreo y golpeando a uno que otro distraído que era olvidado por sus padres a la hora de la salida, ese grupo de pequeños bastardos pronto se hizo leyenda en la escuela y fueron por consiguiente tema de conversación en varias reuniones de molestos padres de familia. Se podrán imaginar que los papás de estos niños no estaban muy enterados que digamos de las actividades que sus angelitos llevaban a cabo en sus horas de aprendizaje por lo que siempre que el tema se tocaba en estas reuniones se mostraban sorprendidos, indignados y furiosos, se retiraban siempre con la promesa de imponer un castigo ejemplar a sus hijos así como estar muy al pendiente de las actividades que realizaban en sus tiempos libres, la verdad era que no les importaba en lo mínimo desde su punto de vista así eran los niños y ya se les pasaría.
Obviamente el campo de acción de este ilustre grupo de amigos no era limitado por las bardas del colegio, el barrio se convirtió en su campo de juegos, no tenían competencia y era algo que les permitía ejercer todo su poder creativo en las calles, ya fuera rayando alguna pared, rompiendo los cristales de las viviendas por las noches o incluso asaltando a los niños que eran mandados a la tienda para comprar los ingredientes de la comida; su creatividad era ilimitada, desgraciadamente para ellos, al no tener competencia era fácil conocer a los responsables de los actos vandálicos que se daban en la zona, antes de entrar a la secundaria ya habían tenido más problemas que muchos adultos en toda su vida, pero eran niños, las consecuencias siempre eran un regaño de los padres, un día sin salir de casa y cosas sin importancia.
Llego la secundaria, llego el alcohol y los cigarrillos, ahora en secundaria los niños se sentían adultos, en aquellos tiempos era el máximo nivel al que una persona de ese barrio podía aspirar a estudiar por lo que se sentían superiores a los demás Pepe paso de ser víctima del sistema educativo a ser un privilegiado del mismo, sus ansias de vandalismo sin sentido se habían ido, Pepe parecía estar muy interesado en la escuela y sus calificaciones lo demostraban, era notablemente inteligente y su comportamiento al igual que el de sus amigos había dado un giro de 360 grados, dejaron de ser tema en las reuniones de padres de familia
Pero un lobo no se convierte en oveja de la noche a la mañana y la verdad detrás de todo esto era que Pepe había obtenido una ambición por el dinero que iba más allá de los niveles normales, en sus reuniones con sus amigos siempre les hablaba de la estrategia que tenía para hacerse dueño del barrio, de cómo podían llegar a ser ricos de una manera fácil y rápida pero para eso primero tenían que aprender algunas cosas y solo la escuela les podía dar esos conocimientos (por el momento), por eso había motivado a su grupo a que se concentraran en estudiar mientras él planeaba su golpe de control sobre el barrio.
Como lo dije el barrio era joven, la mayoría de los que vivían ahí eran personas humildes que trabajaban en una fabrica textil que se encontraba a unas cuantas cuadras de las viviendas, los hijos de las personas si iban a la escuela pero los adultos no habían asistido nunca, la ignorancia era pues el común denominador de los trabajadores en esos días. Esa era el arma secreta de Pepe quién ahora era un adolescente, su plan consistía en convencer a los vecinos en base a una historia completamente creada por él y sus cómplices, de que ellos podían hacer que su dinero creciera rápidamente en base a pequeñas inversiones realizadas en una empresa nueva que según su historia sería la que revolucionaria la industria del país, nunca daban más datos que los que les acabo de otorgar, pero eso si, pedía a los trabajadores control sobre el dinero que invertirían, este fue el inicio del plan y solo aceptaron a 10 “clientes” a los que ya tenían muy bien estudiados.
El dinero que obtuvieron lo utilizaron para comprar maquinaria y rentar un pequeño local, comenzaron su propia fabrica textil, con sus valiosos conocimientos adquiridos durante su tiempo en la primaria, amenazaron a las que serían sus primeras trabajadoras para que sin dudar hicieran lo que ellos les ordenaran, lo que fuera, de lo contrario sus hijos a los que ya tenían ubicados sufrirían graves consecuencias. Curiosamente nadie en el barrio se dio cuenta de esto, curiosamente también las mujeres cuidadosamente seleccionadas eran madres solteras jóvenes y bastante guapas, finalmente y el más “curioso” de los hechos fue que esta “fabrica” textil trabajaba solo durante las noches y que de repente se podían ver personas que evidentemente tenían dinero entrar y salir del local.
Los 10 inversionistas iniciales no tardaron en recuperar el doble de su dinero, tal y como se les había prometido, se podrán imaginar como corrió la voz en el barrio y también se podrán imaginar que el número de inversionistas interesados en el negocio de Pepe aumento de manera considerable. Todos se imaginaban que esta fábrica se dedicaba a atender exclusivamente las peticiones de clientes exclusivos y de mucho dinero (y así era), ustedes ya se han imaginado lo que esta fabrica era en realidad, pero deberán recordar que eran otros tiempos y la gente aún conservaba algo de inocencia.
Muchos de los trabajadores de la fabrica textil cercana al barrio intentaron cambiarse a la nueva, además de que estaba más cercana a sus casas, se rumoraba que la paga era mucho mejor, pero la mayoría de las solicitudes eran rechazadas, solo algunas lograban entrar, siempre mujeres jóvenes y atractivas, sin hijos o sin esposo, al parecer era el perfil que pedían y que debido al horario de trabajo que manejaban una persona casada sin duda tendría problemas con su pareja.
La empresa creció rápidamente, los inversores recuperaban siempre el doble de su dinero pero no se les permitía volver a invertir, las empleadas tenían prohibido hablar sobre su actividad laboral y eran fieles a la empresa, no hablaban ni siquiera con sus familias, Pepe ya no vivía en el barrio, se rumoraba que había comprado un casa en uno de los vecindarios más lujosos de la ciudad, lo mismo hicieron sus amigos, solo se les veía de vez en cuando por ahí tal vez iban para ver como corría el negocio.
Pepe era ahora un señor del bajo mundo de Urbania, además de su “fabrica” textil había montado negocios por toda la ciudad, algunos similares, otros de distribución ilegal de alcohol y no les voy a mentir sus manos se habían manchado de sangre en más de una ocasión, pero era algo que ya le tenía sin cuidado, todos sus negocios eran ocultos con coartadas similares al primero, todos tenían inversionistas que ingenuamente daban sus datos y hasta presumían el haber realizado una inversión tan buena con todos sus conocidos, la lista de involucrados crecía día a día y Pepe los hacía firmar contratos en los que nunca aparecía la identidad del dueño de los negocios.
Estableció una red de casas de empeño en los barrios más pobres de la ciudad, convencía a todos de endeudarse y después les quitaba todo, totalmente amparado por la ley, así paso mucho tiempo y Pepe tenía una vida plena gracias a sus negocios y a sus inversionistas que ya no eran solo trabajadores, sino personas de mucho dinero que invertían enormes cantidades de dinero, el resultado era siempre el mismo, el inversionista recibía el doble de su dinero y le contaba a otros sobre su aventura financiera, la cadena era interminable, la mejor publicidad es de boca en boca.
Prostitución, apuestas, drogas, asesinatos, todo lo que se puedan imaginar entraba en las empresas de Pepe, sin embargo él se mantenía al margen solo recibiendo las inversiones de sus socios. Pero como dicen las malas lenguas, no puedes ganar todas y llego el día en el que una investigación policial dio por casualidad con su pequeña “fabrica textil” en plena operación. Todo el barrio estaba indignado de saber que este tipo de negocio llevaba tantos años operando en sus narices y ellos jamás se habían dado cuenta, se imaginarán el daño ocasionado a decenas de familias al saber que sus hijas o madres habían trabajado o trabajaban en esa fabrica, esta vergüenza general provoco que nadie quisiera decir nada sobre el tema, ni como había comenzado, ni quién la había comenzado, nada en absoluto; la única prueba que tenían los detectives era los nombres de los inversionistas que habían mantenido el negocio a flote, muchos inocentes fueron a parar a la cárcel, guiados por este modus operandi, los detectives fueron desenmascarando todos los negocios de Pepe quien se escondía en su mansión con la cola entre las patas, obviamente su nombre fue mencionado muchas veces por los inversionistas, pero Pepe no es un nombre sobre el cual se pueda investigar algo, tampoco lo eran los apodos de todos los amigos de Pepe, los cuales también estaban en sus mansiones muy lejos de toda sospecha de aquella terrible red de negocios que se había descubierto en la ciudad. El último acto vil realizado por Pepe consistió en enviar una carta a todos los inversionistas encarcelados, tenía el membrete de aquella empresa prometida y que los había hecho tan felices en su momento y solo contenía una palabra en su interior: Gracias.
Este hecho levanto otra vez la investigación pero a pesar de los muchos esfuerzos de la policía nunca pudieron averiguar nada.
Ha pasado mucho tiempo ya, Don Pepe lee el periódico, vendió su mansión y con el dinero que aún le queda remodelo una antigua vivienda que tenía en el barrio donde todo comenzó, no sin antes asegurarse de que ya la mayoría de las personas que lo podían recordar estaban muertas o bastante viejas como para contar una historia creíble. Don Pepe ha vuelto a su barrio, convive con los hijos y nietos de los que estuvieron en la cárcel por invertir en sus negocios, en la opinión de estas personas es un anciano amable y hasta les causa un poco de lastima el saber que esta solo sin nadie que lo acompañe en los días que le quedan de vida, curiosamente a lo largo de su vida nadie se ha interesado por su nombre, siempre ha sido Pepe y morirá siéndolo. Sigue donde lo encontramos, sentado en su sillón leyendo el periódico del día y créanlo o no se siente indignado por la violencia e injusticia que azotan a nuestro país en estos días; puede ser que sea un cínico, puede ser que este loco al indignarse por hechos similares a los que él cometió en su juventud o tal vez al igual que todos en aquel humilde barrio de Urbania ah decidido simplemente continuar con su vida y olvidar el pasado. Nos vemos en la calle.




Agente 07

Reflexiones durante el descanso

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