El rey de la mentira
¿Qué es la mentira sino un estilo
de vida? Si alguna vez en sus mentirosas vidas se han hecho esta pregunta se darán
cuenta de que es verdad, no se en sus ciudades (lo dudo) pero por lo menos en
Urbania mentir es cosa de todos los días. Hemos acoplado el lenguaje para
llamar a ese acto de distintas formas para que no suene tan feo; pretexto,
excusa, mentiras piadosas, distorsión de la realidad o verdad a medias, en el
fondo es todo lo mismo y la finalidad en común de estos bonitos términos es el
engaño para obtener algo en beneficio propio ¿Qué cosa? Pues lo que se les
ocurra, desde un beso, un revolcón, ganar un poco de tiempo o el principal de
los fines que corroe las intenciones de los habitantes de esta ciudad, sacarle
el dinero a los demás.
Es justo este motivo el que
impulsa a Roberto a levantarse cada día, huérfano desde pequeño, tuvo una
infancia difícil creciendo en un orfanato acompañado de varios niños que al
igual que él fueron abandonados, en ese lugar a demás de recibir educación
básica tuvo lecciones privadas de abusos de todo tipo, no tardo mucho en
comenzar a odiar ese infierno y a soñar con algún día ser libre, volar esas 4
paredes que día a día se cerraban frente a sus ojos y tener el mundo entero
para recorrer; claro eso es lo que piensa un niño de 8 años encerrado en una
prisión oscura, desgraciadamente para Roberto sus sueños se volvieron realidad
a la edad de 15 años cuando acompañado de otros 2 internos (no puedo decir que
fueran sus amigos) se colaron en la cajuela de un automóvil que llego a
entregar despensas al orfanato en el momento justo en que estos 3 individuos
arreglaban el jardín interior de la institución. Fue Roberto quién sin pensarlo
dos veces brinco al interior del vehículo, seguido de los otros que le sacaron
el aire al caer sobre él, detrás de ellos se cerro la puerta y el sonido de la
libertad y el éxito se hicieron notar cuando el conductor giro la llave para
encender el motor, el mundo esperaba a Roberto con todos sus caminos y
recovecos inexplorados, la emoción llenaba su alma y una enorme sonrisa
adornaba su rostro (aunque nadie la pudiera ver en la oscuridad del maletero)
todo parecía un sueño, sin embargo el mundo tenía otros planes reservados para
él.
Tan pronto como se detuvo el
vehículo Roberto y sus compañeros de viaje se alistaron para salir disparados
del maletero sin embargo los primeros rayos de luz que entraron por la abertura
vinieron acompañados de un fuerte golpe que dio directo en su cabeza, esos
primero rayos de luz fueron los últimos que vio en mucho tiempo. Despertó
desorientado y con un fuerte dolor de cabeza, se encontraba en un sucio cuarto
oscuro, el ambiente olía a humedad y el único sonido que podía percibir era el
de las gotas que de manera rítmica caían en el mojado suelo y los chillidos de
las ratas cuyos ojos se podían ver reflejando la luz en la oscuridad, así paso
2 días.
Al tercer día bajo al cuarto un
sujeto al que identifico como el conductor de aquel automóvil que le había
brindado la “libertad” resulta ser que el chofer había visto el momento en que
los 3 jóvenes habían subido al automóvil y con toda la intención del mundo
cerro la cajuela y se fue del orfanato con su botín, para la desgracia de
Roberto este depredador del cual era presa se dedicaba a la venta de órganos en
el mercado negro, la luz del oscuro cuarto se encendió y el infierno apareció
frente a los ojos de nuestro aventurero, los restos de sus 2 compañeros yacían
bañados en sangre sobre una mesa que se asemejaba mucho a las que utilizan los
carniceros para cortar grandes trozos de carne fresca, las gotas que él suponía
eran de agua en realidad eran de sangre que caía al suelo mientras sus
compañeros de fuga se secaban poco a poco, Roberto pensó que se volvería loco
pero su instinto de supervivencia le dijo que si enloquecía en ese momento,
sería lo último que haría en esta vida, decidió esperar pacientemente alguna
oportunidad (si es que se daba) para planear un segundo escape. Para suerte de
Roberto el tipo no tenía intenciones de matarlo aún, fríamente le explico que
los órganos debían estar lo más frescos posibles y por lo mismo le dio el
agradable anuncio de que no sería asesinado ese día debido a que aún no tenía a
un comprador asegurado. Con la naturalidad de alguien que no tienen nada que
temer ni de que arrepentirse se alejo tal y como había llegado dejando a
Roberto una vez más en la oscuridad solo que ahora cada gota que escuchaba caer
al suelo le erizaba la piel. Paso toda la noche ideando algún plan de escape,
analizando las posibilidades que pudiera tener para escapar, no encontró
ninguna ruta posible al parecer lo único que le quedaba era sentarse ahí a
esperar a que el cliente s decidiera por algún órgano y que sucediera lo al
parecer inevitable. Pero como en toda historia que pinta para ser larga, esta
no podría terminar así de fácil, después de lo que le pareció una eternidad de
haber hablado con su captor, comenzó a escuchar estruendos, no tardo mucho en
deducir que se trataban de disparos, una lluvia de plomo parecía estar cayendo
en las afueras de ese lugar y de repente la puerta se abrió de un golpe,
parecía que todo había terminado Roberto podía sentir esa resignación que debe
sentir un soldado en el campo de batalla cuando ve que la guerra esta perdida,
bajo la vista, inclino la cabeza y se arrodillo en espera del final. Súbitamente
una mano lo tomo del antebrazo y lo ayudo a incorporarse “aquí hay uno vivo”
grito el hombre que lo sostenía debido a su debilidad por la falta de comida
“tienes suerte hijo, tienes mucha suerte” después en los brazos de su salvador
Roberto se desvaneció.
Una vez más despertó en un lugar
desconocido, solo que en esta ocasión la luz era abundante y había personas
esperando a que abriera los ojos, de inmediato reconoció al rector del orfanato
que lo veía con una cara de odio y cuyas primeras palabras fueron “espero que
esto te sirva de lección” después de un largo sermón donde le explicaron que
por casualidad una investigación de hacía años dio con la guarida del
traficante, pudo escuchar como el rector les comentaba a los policías el
inminente regreso de Roberto al orfanato, discurso que de inmediato disparo una
alarma acompañada de adrenalina que lo hizo levantarse de golpe de la cama y
sin pensarlo dos veces saltar por la ventana que se encontraba a un costado de
su cama; Roberto no pensó hasta que se encontraba en el aire de la estupidez
que acababa de cometer, sin embargo una vez más la suerte estaba de su lado, su
habitación se encontraba en el primer piso y la caída no fue nada grave, lo
primero que vio fue la cajuela de un automóvil abierta por lo que decidió que
esta vez su escape sería a pie, muchos de los que se encontraban en el parque
ese día recordaran toda su vida la imagen de un chico brincando por la ventana
del hospital aún con las sondas colgando de su brazo y corriendo como alma que
se lleva el diablo a través del jardín mientras que la bata de hospital
simulando la capa de un súper héroes volaba a sus espaldas dejando a la vista
de todo el público presente las pálidas y escuálidas nalgas del fugitivo.
Por suerte su carrera no tardo
mucho en llevarlo a un barrio popular en donde había varios tendederos al
alcance de sus manos, se arranco las agujas que aún tenía conectadas a su brazo
y escogió ropa de su agrado, no tardo mucho en darse cuenta de que su plan
perfecto de recorrer el mundo tenía una pequeña falla, necesitaba dinero y
comida, no sabía como obtenerlo, nunca había trabajado, pero sus “estudios” en
el orfanato le habían dado la esencia de lo que se necesitaba para sobrevivir
en las calles; la caridad de las personas, decía uno de los internos mayores,
es como una mina de oro solo debes saber como llegarles al corazón y el dinero
vendrá hasta sin pedirlo.
Siempre le había parecido un
atropello vivir mintiendo a las personas para provocarles lástima, sin embargo
tenía mucha hambre y no tenía dinero, en realidad no mentiría ¿o si? Comenzó
simplemente acercándose a los coches y estirando la mano, diciendo un frase muy
trillada en las calles “ayúdeme con una moneda para comprar comida” algunos solo
lo veían con desprecio, otros le decían que se pusiera a trabajar (pero ¿Qué no
era eso l que estaba haciendo?) pero la gran mayoría lo volteaban a ver con
ojos de borrego en el matadero y le daban una moneda, hubo quién incluso le dio
comida, fue después de esa tarde y de obtener lo suficiente para cenar como no lo había hecho en toda su
vida que Roberto descubrió su profesión, sería el rey de la mentira. Mientras
trabajaba en su esquina ordinaria comenzó a observar a otros que hacían lo
mismo que el y en su mente desarrollo toda una trama de personajes y discursos
destinados a ablandar el corazón de los más duros de la ciudad, nunca quiso
unir fuerzas con otros grupos de estafadores que se juntaban en las calles a
pesar de que tenía invitaciones constantes, junto su dinero y con el tiempo,
pasó de vivir en un parque a rentar un modesto cuarto cerca de donde tenía su
“oficina” estableció un horario semanal de personajes para abarcar varias zonas
de la ciudad y poco a poco fue juntando ganancias e invirtiéndolas en disfraces
y accesorios que requería para sus engaños, una semana a su lado ahora a sus 20
años era más o menos así:
Lunes: se vestía de harapos y
acudía a su esquina de siempre, solo que ahora que ya no tenía la ventaja de
provocar la ternura que un niño podía provocar, se caracterizaba con una enorme
joroba en la espalda y caminaba como si siempre la hubiera tenido, los niños se
asustaban, la mujeres se horrorizaban y los hombres lo compadecían, provocaba
reacciones encontradas pero siempre el dinero era muy bueno, a las 5 de la
tarde se retiraba caminando chueco y cargando su joroba hasta un callejón
cercano en donde guardaba su ropa y una bolsa grane para su disfraz, salía
caminando tranquilamente sin riesgo de que nadie lo pudiera identificar.
Martes: día de hospital un
verdadero caudal de dinero, aunque fue de los lugares más difíciles de superar
debido al dilema moral que representa jugar con los sentimientos de los demás,
el dinero ayudo bastante bien a dejar todo eso atrás, de hecho le ocupaba 2
días de la semana y mucho esfuerzo pero era su mayor fuente de ingresos,
primero atacaba en las afueras del hospital, llevaba la foto de un niño que
evidentemente estaba enfermo de cáncer, tenía con el una receta expedida por el
servicio de saludo pública y contaba a los transeúntes una deprimente historia
sobre como su hijo había enfermedad, su familia estaba en la ruina, la medicina
tenía un altísimo costo y él se había visto obligado a dejar su trabajo para
cuidar de su niño, ya se imaginarán, todo aquel que no le daba dinero se veía
sometido al desprecio de la sociedad por insensible e inhumano.
Miércoles: caracterizado como un
misionero, con sotana y toda la cosa, pedía permiso para ingresar a las camas
de los enfermos, llevaba siempre con él unas estampitas de un santo niño de no
se que lugar súper milagroso, las compraba en una papelería y le salían en 10
centavos cada una, pero él después de rezar una oración por los enfermos vendía
la estampita del niño milagroso solo que su precio para los enfermos era de
400% mas de lo que le habían costado, la salud es cara ¿no?
Jueves: hora de visitar a los
muertos, Roberto se vestía de negro y planeaba un discurso desgarrador, incluso
había ensayado miles de veces el traer al presente recuerdos dolorosos a su
memoria para que las lagrimas brotaran de sus ojos, así buscaba alguna
funeraria si en el panteón no tenía suerte, se acercaba a las personas y
llorando decía: “amigos que afortunados son de tener donde enterrar a sus
muertos (recordaba los restos de sus compañeros en el cuarto oscuro, las
lagrimas brotaban) mi mamá esta en la morgue y no tengo dinero para darle un
entierro digno, les pido por favor que si tienen buen corazón me ayuden con lo
que sea su voluntad para que mi mamá pueda descansar en paz” los asistentes al
velorio, sensibles por el momento se solidarizaban siempre con él, incluso
había billetes en vez de monedas en estas ocasiones y a pesar de tener malos
recuerdos y lagrimas en los ojos salía con los bolsillos llenos de dinero.
Viernes: este día era el más
difícil ya que apuntaba a encontrar personas que en verdad tuvieran buen
corazón, se instalaba en una sala de la terminal de autobuses, fingía un acento
extranjero, contaba como antes de llegar ahí unos ladrones lo habían golpeado
(tenía maquillados unos golpes en su cara) y le habían quitado todas sus pertenencias
dejándolo sin dinero para su boleto de camión, constantemente tenía que cambiar
de anden y debía estar también al pendiente de las personas que transitaban por
ahí, su atuendo era siempre diferente y la historia también cambiaba, no
obstante había gente que ya lo tenía identificado y en cuanto lo veían lo
reportaban a los de seguridad, difícil lugar y no tan buena paga, ya había
pensado cambiarlo por otro escenario.
Era tan bueno en su actuación que
se daba el lujo de descansar los fines de semana, su apartamento, aunque
modesto estaba ya equipado con muebles y electrónicos que no cualquier
clasemediero se puede costear, su ropa era fina y nunca faltaba comida en su
mesa, el vivir de la caridad y del engaño se había vuelto algo tan común como
respirar para él, pero a pesar de mentirle a todo mundo no se podía mentir a el
mismo, lo cierto era que su difícil niñez y adolescencia le habían dejado una
herida abierta, era incapaz de relacionarse con las demás personas, estaba
solo.
Cada día era una mentira, contaba
historias de familias que nunca tuvo, lloraba por su madre muerta cuando en
realidad no sabía si aún estaba por ahí deambulando, pedía por su hijo enfermo al
que ni siquiera había tenido la oportunidad de engendrar, cada día era alguien
diferente y lo único real en su vida era el vacía que crecía en su interior.
Pasaron varios años y llego el
día después de una vida de actuar y cobrar por la simpatía de las personas en
que Roberto se canso de mentir, tenía un cuarto lleno de dinero, podía comprar
todo lo que se le pudiera ocurrir pero curiosamente fue a sus 50 años en que abrió los ojos una vez
mas, los abrió como cuando despertó en aquel cuarto oscuro o en el hospital del
que escapo para convertirse en lo que era, los abrió para recordar el sueño que
tuvo una vez cuando era joven y aún no enfrentaba al mundo, ese mundo que
alguna vez pensó recorrer completo ahora lo podía hacer, tenía el dinero y nada
lo ataba, quería probar la caridad de otros países, aprender nuevos idiomas,
conocer culturas extrañas, pero más que nada y a pesar de que estaba harto de
hacerlo, quería mentirse a si mismo, engañarse por primera vez y olvidar su
origen, comprarse una nueva historia en algún país lejano y no volver jamás.
No se si lo consiguió, tampoco se
hacia donde se fue, solo se que un día su departamento amaneció solo, todas sus
cosas estaban ahí con excepción de sus montañas de dinero ¿Qué como hizo para llevárselo
todo? Se los dejare a su imaginación, lo cierto es que lo busque y ya no lo encontré
pidiendo en el hospital, ni en el panteón, ni en la terminal.
No me cuesta trabajo imaginarlo
en las plazas de Italia en silla de ruedas pidiendo ayuda, o en Rusia alegando
ser víctima de la radiación calentando así los fríos corazones y obteniendo
algunos rublos, lo cierto es que sigue ahí mintiendo y el día que lo deje de
hacer será porque su suerte y su historia habrán llegado a su fin. Nos vemos en
la calle.
Agente 07
Esas son puras
mentiras…
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