El defensor del pueblo
Urbania como muchas otras
ciudades es un lugar de grandes diferencias sociales, como ya hemos visto hay
varios habitantes que viven conformes con su situación y otros que hacen lo
imposible por fingir que se encuentran
en otra diferente a la de su realidad, pero lo cierto es que la desigualdad es
bastante marcada entre los que tienen y pueden y entre los que quieren y no
tienen.
Se forma gracias a esta delicada
situación una línea de batalla y justamente en esa trinchera vive la alimaña de
la que les hablare en esta ocasión, este ser siempre sufre un cambio, una
evolución, es precisamente lo que le ha pasado a Eduardo.
Este tipo nació en una familia de
bajos recursos, toda su niñez la sufrió ya que debido a la necesidad que había
en su casa tuvo que trabajar desde pequeño, primero vendiendo chicles en las
esquinas, después limpiando cristales y termino como artista urbano lanzando
pelotas al aire para entretener a los automovilistas mientras esperaban
impacientes el cambio de luz en el semáforo. A pesar de no tener preparación
Eduardo siempre había sido un apasionado del estudio de la desigualdad, gustaba
de comprar el periódico e incluso visitar algunas bibliotecas públicas para
enterarse de cosas técnicas como artículos de la constitución que protegían los
derechos sociales, fechas conmemorativas de batallas por la igualdad social y
sobre todo en tácticas utilizadas por los guerreros triunfadores que habían
defendido al pueblo contra la tiranía de los gobernantes.
Fue así como un buen día decidió
convertirse en uno de estos héroes, debo decirles que lo que impulsaba a
Eduardo, por lo menos al comienzo de su lucha fue un verdadero sentido de
justicia, en realidad su intención era ayudar a los suyos, ganar algunas
batallas y colaborar a que la desigualdad en Urbania diera un paso atrás. Claro
eso fue al principio. comenzó con acompañar a varias madres solteras de su
barrio al instituto de asistencia social, para solicitar un apoyo de despensas,
con sus leyes memorizadas y una lengua bien afilada para la batalla llego a las
oficinas exigiendo hablar con el director de la institución, después de
aclararle que el no iba a pedir nada para su persona sino que iba para abogar
por las tristes historias (mismas que le contó a detalle al director) de las
mujeres que se encontraban afuera, quienes se merecían el apoyo y no se
moverían de ahí hasta recibirlo; sucedió algo que cambio el rumbo de su
intención para siempre. Lo primero que hizo el director de aquella institución
fue preguntarle a Eduardo lo siguiente: “¿cuánto dinero les estas cobrando por
venir a hacer presión aquí?” esta pregunta lo dejo perplejo, nunca se le había
ocurrido cobrar por esos servicios, el lo hacia por honrar la lucha contra la
desigualdad, además cobrarles cuotas a la gente mas necesitad era algo muy
bajo, sin embargo la idea se planto en su cerebro, como ese gusano que poco a
poco va devorando la fruta en la que se ha establecido; lo que sucedió después
fue lo que termino de voltear su voluntad hacia el lado oscuro el director dijo
lo siguiente “mira Eduardo, yo se que de donde vienes hay mucha gente que va a
necesitar el apoyo y si yo se lo doy a estas personas, mañana vas a volver con
otras 10 y la siguiente semana con otras 10 y nunca vamos a terminar de
atenderlos a todos, además el presupuesto de la institución no esta para esas
cosas, por lo que te voy a proponer algo, te voy a dar mil (pesos, dólares,
soles, bolívares, reales) al mes para que tengas a estas personas convencidas
de que no se deben acercar a esta oficina” dinero seguro y fácil, fue tan fácil
como venderle su alma al diablo, cerro el pacto con un apretón de manos, salió
de la oficina del director con una gran sonrisa en su cara, ya era otro, había
encontrado una mina de oro y ahora sabía exactamente como explotarla, fue con
las mujeres a quienes acompañaba para defender y les dijo que todo estaba
arreglado, formarían un comité, ellas le ayudarían y de ahí saldría su apoyo.
Para el mes siguiente ya había
platicado con los de servicios infantiles, el sector salud, aseo de comunidades
y todas las instituciones sociales habidas y por haber en la ciudad, misma
historia, el sueldo mensual de Eduardo por mantener a la gente a raya había
subido de 1000 a
7000, la gente lo veía como el héroe valiente que no temía enfrentar a las
autoridades para conseguir mejoras para la comunidad, la verdad es que no había
conseguido nada para la comunidad, pero la gente al verlo hablando de tu a tu
con los directores de las instituciones, no podían hacer otra cosa mas que
admirarlo.
De vez en cuando las
instituciones acordaban llevar algún programa de apoyo para su colonia, sobre
todo cuando Eduardo les comentaba a los directores que la gente ya estaba
cuestionando sus gestiones ante las autoridades, obviamente si eran despensas a
él le tocaban 2, si eran vacunas sus hijos eran los primeros, si eran apoyos
económicos él era el encargado de repartirlos “legalmente” a quien le alcanzara
porque no había para todos (y menos después de que cobraba su parte).
No tardo mucho en superar su
miedo de aprovecharse de los más necesitados, y comenzó a realizar reuniones,
en las que se presentaba siempre impecablemente vestido con un traje sastre
hecho a su medida y en las que le mencionaba a la gente los avances que había
tenido en sus gestiones y lo que hacía falta para su comunidad, les mencionaba
por ejemplo que hacía falta mejorar la calle y que para ello las autoridades
pedían a la comunidad que cooperaran con un porcentaje de dinero y ellos ponían
lo demás, a lo que las personas sin chistar cooperaban, les tocaba de poco,
pero poco multiplicado por muchos asistentes da como resultado una pequeña
fortuna, todo para las manos piadosas de nuestro héroe, no tardo en corromperse
en todos los aspectos de su vida, a su esposa e hijos no les faltaba nada, pero
Eduardo tenía a varias amantes en la colonia, se podía dar el lujo de acostarse
con la que eligiera, el dinero era el que mandaba y ahora, él tenía y de sobra.
Cuando alguien quería ponerse a investigar sobre sus actividades, siempre le sucedía
un desagradable accidente, ya fuera como advertencia o como acto final. Su
noble propósito de luchar por la igualdad se había convertido en el propósito
de ser lo más desigual posible, incluso consiguió un trabajo en la policía
municipal, por lo que se imaginarán que se convirtió en el dueño de todos los
negocios ilegales en la zona, a quien quisiera vender drogas, prostituirse y
hasta robar en la colonia le cobraba una cuota, dinero por aquí, dinero por
allá, las personas de la colonia no estaban conformes con que Eduardo fuera
rico de la noche a la mañana pero como regularmente pasa en estos casos, no
decían nada y seguían acudiendo a sus reuniones y pagando sus cuotas. Pero
dicen que no hay mal que dure 100 años, ni pendejo que lo resista y ese dicho
se volvió realidad una mañana común y corriente en la que Eduardo paseaba a
toda velocidad en una camioneta de modelo reciente que había comprado con el
dinero obtenido del sudor de su frente (o eso es lo que decía) iba tomándose
una cerveza y escuchando música cuando un pequeño niño se cruzo en su camino,
persiguiendo una pelota que atravesó la calle, Eduardo solo sintió los golpes
que dio el cuerpo del niño en el piso de la camioneta y pudo ver por el
retrovisor como el pequeño cuerpo aún giraba sobre el asfalto y se llenaba de
un rojo escarlata por todas partes, la reacción que tuvo fue regresar a toda
velocidad a su casa, ese fue su peor error, los llantos de la madre del pequeño
corrieron por todo el barrio, los habitantes mas que el dolor que les causara la
muerte del pequeño vieron la oportunidad perfecta de vengar su resentimiento
hacia Eduardo, en menos de 10 minutos su casa estaba rodeada, llamo a la
policía, llamo a los directores de las instituciones, llamo a todos sus
conocidos y hasta intento hablar con Dios, nada funcionó, por suerte su familia
fue respetada, pero sus hijos vieron como su papá era destrozado a golpes por
una multitud furiosa, ese fue el final del luchador social, la muerte del héroe
a manos de sus protegidos, lo que nació como un noble ideal ahora estaba
cubierto de sangre tendido en las calles de Urbania, el pueblo se ha quedado
sin voz pero a la espera de que salga de entre sus filas otro valiente defensor
de sus derechos.
Dicen que el pueblo tiene los
gobernantes que se merece, la ignorancia permite que este tipo de seres sean
prolíficos en las colonias de bajos recursos, pero este es un ejemplo en lo
particular, si pensamos a nivel general quienes están sentados en las sillas
del poder, seguramente encontraremos algunos parecidos con estos salvadores de
la sociedad ¿O acaso no has escuchado algún discurso político últimamente? Lo
que sobran son héroes en estos días. Nos vemos en la calle.
Agente 07
Centro de
Investigaciones heroicas de Urbania
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