viernes, 3 de agosto de 2012

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Otra versión de la realidad

Una tarde común en Urbania, las calles como siempre a esta hora del día lucen abarrotadas de vehículos que llevan un ritmo lento e hipnotizante y que le dan vida a las venas de la ciudad, una apenas perceptible nube de humo escapa de cada automóvil para mezclarse rápidamente con el aire que respiramos todos, los ruidos cotidianos se escuchan por todos lados; platicas, gritos, chiflidos, rechinar de llantas, mentadas de madre o música popular a todo volumen que viene del interior de un destartalado y viejo auto, su dueño la comparte como si fuera un regalo para todos los que se encuentran a su alrededor, mientras todos nos preguntamos porque demonios escucha esa música y algunos más hacen el comentario que se antoja lógico “con lo que se gasto en el sonido de su coche, mejor se hubiera comprado un mejor vehículo”
Es un día común en Urbania, la jornada laboral ha terminado y comienza el éxodo de trabajadores a sus casas, a los bares, a los moteles o a donde quiera que se dirijan, lo cierto es que para llegar a su destino todos deben coincidir en la calle.
Pero ahí justo en medio de ese día normal hay algo diferente, imperceptible para la gran mayoría de los que pasan por el lugar y sin importancia para los que si lo notan, ahí por encima del río de automóviles justo en el borde del abismo que separa la estructura del puente peatonal de la caída de 10 metros hacia los coches se encuentra sentado un hombre, por su aspecto podríamos decir que es un importante hombre de negocios, quizá algún político, lleva un costoso traje de diseñador, mancuernillas doradas de las cuales no dudaría en pensar que son de oro, una fina corbata italiana y unos vistosos zapatos recién lustrados que reflejan los destellos del sol que a esta hora del día ya comienza su camino hacia abajo. Es un personaje totalmente fuera de contexto, encajaría mejor sentado a la mesa de un carísimo restaurante de comida exótica o en la barra de un exclusivo club de nudistas, sin embargo se encuentra aquí, mezclado entre los demás y sentado al borde del abismo.
Los pocos que lo ven lo juzgan de loco, algunos pocos se preocupan y comentan entre sus conocidos “mira ¡va a saltar!” incluso se detienen un poco para ver si con un poco de suerte les toca ser espectadores de esa tétrica función, sin embargo la tercera llamada nunca es anunciada y nuestro sujeto permanece inmóvil en su puesto, con la mirada perdida en el infinito, su impecable peinado, impecable y su rostro sin ninguna expresión, no pasa mucho tiempo para que su publico se enfade y continúe su camino y es que en Urbania no hay mucho tiempo para perderlo en detalles sin importancia.
El hombre del traje que contempla melancólicamente la ciudad contempla en realidad la vida misma, se ha detenido un tiempo para tratar así de detener el tiempo también, tal y como todos los que lo ven suponen es un importante empresario de la ciudad, tal vez el patrón de muchos de los que pasan bajo su puesto vigía en sus vehículos, sin embargo ha escogido este rincón de Urbania para su momento de paz, se ha dado cuenta de repente, como esas ideas geniales que en otras épocas le llegaban y le ayudaron a forjar su imperio, de que el ritmo de la vida se ha vuelto vertiginoso, apenas el día de ayer celebraba el domingo con su familia y hoy ya es viernes, no recuerda en que se paso toda la semana, no consigue recordar algo memorable realizado el último mes, ya ha pasado más de la mitad del año y el apenas siente que se libera de la resaca que le ocasionó la fiesta de año nuevo.
La vida viaja en un automóvil deportivo y en calles sin tráfico, es imposible de alcanzar y lo único que queda por hacer es tratar de ponerle algún obstáculo, alguna luz roja para que disminuya un poco la velocidad y le permita dar un respiro a nuestro importante amigo.
Desde ahí comienza a pensar en como será la visión del mundo que tienen otras personas, el en su cabeza tiene una versión de Urbania muy particular, la cual esta llena de opulencia, golf los sábados por la mañana, sauna los domingos, algún restaurante caro los viernes por la noche, de lunes a viernes reuniones en penthouse y clubes de industriales, secretarias con cuerpos espectaculares, diferentes idiomas, volver a casa en un vecindario tranquilo y privado, cenar carne todas las noches y nunca preocuparse por la falta de dinero en las cuentas. No es que esto lo hiciera sentir mal, por el contrario sabía todo el esfuerzo que esa vida le había costado, horas de trabajo que implicaron sacrificar la diversión, la convivencia y hasta el amor de la mujer que realmente amo y a la que nunca le pudo dedicar el tiempo que ella requería, ahora recuerda esos tiempos en los que era un principiante y estaba convencido que para poder triunfar en la vida había que sacrificar algunas cosas, pero también ahora tiene curiosidad por esas otras versiones de Urbania y desde su poco usual butaca se dedica a seleccionar transeúntes y a imaginar sus historias y las versiones que podría escuchar de ellas.
Se ajusta sus lentes, distinta graduación en cada uno de sus ojos (un sacrificio más realizado en Pro del éxito) y puede ver caminando a duras penas por la calle a una mujer que carga al parecer 5 bolsas de un supermercado cercano, su caminar es rítmico pero cojea un poco, no parece tener ninguna molestia física además del cansancio por cargar las bolsas que refleja su rostro por lo que nuestro amigo supone que la causa del renqueo debe ser la caída de uno de sus tacones, problema bastante común entre las mujeres por lo que ha podido escuchar.
Las 5 bolsas de mandado hacen pensar que esta mujer es madre de por lo menos 3, ¿pequeños, adolescentes? Dejémoslo a la imaginación, supondríamos también que es madre soltera ya que de no ser así su pareja la ayudaría a cargar esas bolsas, pero ¿Qué tal si su esposo aún se encuentra trabajando? O quizá esta en el extranjero o tal vez probabilidad alta también es uno de esos tipos a los que les inculcaron la idea de que las mujeres son las esclavas del hogar y el sujeto simplemente se encuentra en su casa acostado observando la televisión, enojado ya que tiene hambre y su ingrata mujer aún no llega de trabajar. Mientras piensa todo esto la mujer continua con su torpe caminar y sale de su línea de visión, es hora de enfocar un nuevo objetivo, otra versión de Urbania y su mirada se enfoca en un grupo de jóvenes al parecer de edades entre los 17 y 20 años todos portan el uniforme de una Universidad medianamente reconocida, son un grupo pintoresco de 5 jóvenes, 3 son hombres, 2 son mujeres, la versión de la ciudad que tienen los jóvenes debe ser totalmente distinta a la que nuestro amigo tuvo en sus años de universidad, no le cuesta trabajo imaginar a este grupo de desaliñados entrar en algún bar con promociones para estudiantes y beber cerveza hasta no coordinar bien ni siquiera el movimiento de sus lenguas, para después terminar en la casa de alguno de ellos (obviamente el que tenga a los padres con el trabajo más pesado) dormidos, besándose o hasta teniendo relaciones sexuales, es viernes suena como un buen plan para un estudiante, sin embargo puede ser que en oposición a lo que el se imagina en realidad este grupo sea solo coincidente en la parada del autobús y que cada uno de ellos se vaya a su casa sin mas plan que ver la televisión o jugar video juegos, tal vez en su escuela los entrenan para vivir en una ciudad en la que a nadie le importa lo que le pase al que esta al lado siempre y cuando no afecte sus intereses, sería interesante conocer la versión de l realidad de todas esas personas y es curiosos pensar que lo que cada uno de nosotros llamamos vida puede ser tan solo un sueño para alguien más.
Su teléfono móvil no ha parado de sonar en varios minutos mientras el analiza a las personas que pasan por el puente, muchas de esas llamadas deben ser de su secretaria o de sus socios para inundarlo con más cuestiones de trabajo de las que muchos podrían soportar, pero entre ellas también deben estar las llamadas de su esposa, a quién prometió llevar al teatro y por la que debería haber pasado hace ya mas de una hora lo que sin duda le hace suponer que estará como fiera cuando por fin decida regresar a casa, automáticamente comienza a generar una excusa, no será difícil considerando la cantidad de llamadas de la oficina que tiene en su celular, en una mirada final a la calle puede ver a un sujeto tirado en la banqueta, una evidente mancha de orina se encuentra en su pantalón, porta una camisa desgarrada que en otros tiempos fue blanca y hoy es un concierto de manchas de todos colores que sin duda serían todo un mosaico de historias para contar, en su mano hay una botella semi vacía de alcohol y todas las personas que pasan por ahí se hacen a un lado o cambian la expresión de su rostro por una con desprecio.
Por un momento nuestro exitoso y adinerado hombre de negocios llega a envidiar a aquel borracho de banqueta, ilustre imagen de la lotería quien sin ninguna preocupación yace en la vía publica, no sabe que va a cenar, no tiene un teléfono que le suene todo el día, no debe llegar a tales horas para llevar a su esposa al teatro y si no llega a algún lugar no recibirá ningún reclamo, no tiene un cerebro que automáticamente genera excusas y mentiras simple y sencillamente porque no lo necesita, esa es una versión de la realidad que nuestro amigo nunca conocerá, el sujeto de la banqueta es tan intrascendente que nadie se detiene a ver si se encuentra vivo o muerto ya tiene varias horas sin moverse, quizá ya tenga días de muerto ahí en la banqueta, como si fuera un perro atropellado a un costado del camino y sin embargo nadie se acerca a comprobarlo porque a nadie le importa, lo curioso es que si se descubriera que efectivamente estuviera muerto, tendría un lugar en los noticieros nocturnos, privilegio reservado para muy pocos en la ciudad y entonces tal vez hasta darían a conocer su nombre y su origen, curioso es vivir en un mundo en el cual para llegar a ser tomado en cuenta primero debes morir y sin embargo aquí estamos.
El hombre del elegante traje se levanta de su puesto vigía, como desde hace horas nadie le presta atención, de pie ahora ante la caída que irremediablemente le traería la muerte, siente la tentación inexplicable de arrojarse al vacío, tal vez alegrarle el día a ese empleado que lo odia y darle el gusto de atropellarlo, se imagina el alboroto que se formaría, la cantidad de medios que cubrirían este evento, las innumerables versiones que explicarían las razones que tuvo para aventarse a una muerte segura, la cantidad de testigos que asegurarían haberlo visto sentado en ese puente y que no hicieron anda para detenerlo y sin embargo en las tomas de televisión y las fotografías de los diarios aparecería el cadáver del borracho en la calle sin que a nadie le importara un comino, ironías de la vida saber que ni siquiera en la muerte encontrará la paz, es la versión de la ciudad que le toco vivir y es la que conoce, las demás solo las puede imaginar y sin embargo fue su principal motivo para continuar aquí, para no dar ese salto, no conformarse con su versión de la ciudad, descubrir o por lo menos imaginar todas las que sean posibles, tal vez de esa manera pueda encontrar algo trascendente que recordar en la próxima semana. Nos vemos en la calle.


Agente 07

Colgado del puente

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