martes, 21 de agosto de 2012

escuela


Caminito de la escuela



El regreso de vacaciones de verano es siempre un acontecimiento social importante, termina el tiempo de no hacer nada, los cursos de verano, el viaje a la playa, todo esto claro para millones de estudiantes que hace más de un mes se despidieron de sus maestros y compañeros y probaron esa bocanada de aire de libertad que se siente cuando sales a la calle ese último día de clases (hasta suspire)
En pocas palabras y resumiendo todo ese párrafo de melancolismo, para estos individuos el día de regresar a clases es en general una tragedia, hay por supuesto algunas excepciones de gusanos que no tienen vida fuera de las aulas y que el fin de las vacaciones les significa el fin de un periodo de soledad y tortura sin igual, es fácil identificarlos a la entrada de las escuelas ya que son los que lucen una amplia sonrisa en su rostro.
Por otro lado esta la visión de los padres, a ellos las vacaciones de sus hijos les representan sentimientos encontrados, por un lado su horario de levantarse se recorre una hora, no se tienen que parar a las 6 de la mañana a batallar con un niño/adolescente que hará hasta lo imposible por aferrarse a la cama como si tuviera ventosas sin importarle un comino el esfuerzo sobrehumano que esta haciendo su progenitor por que lleguen temprano a la escuela, las vacaciones son una tregua a esa pequeña guerra que se da cada mañana pero por otro lado es también un sufrimiento interminable el tener a un chico hiperactivo con todo el tiempo del mundo y nada que hacer en su casa, eso regularmente se traduce en problemas, por ejemplo, si solo uno de los padre trabaja, las llamadas por parte del que se queda en casa se incrementan en un 300% y claro la mayoría de ellas son quejas sobre las actividades que se le han ocurrido al puberto realizar a lo largo del día, si los dos padres trabajan la situación es muy diferente, las llamadas que se incrementan en un 300%son de la oficina de ambos padres a la casa, en esos días además de lidiar con la presión y el estrés que se generan a diario en la vida laboral, ambos deben luchar con la terrible idea de qu su pequeño querubín se encuentra solo en la casa, tiene todo el tiempo libre del mundo y nadie que le ponga un límite a cualquier cosa que se le pueda ocurrir, la imaginación es un arma muy poderosa y se podrán imaginar la cantidad de cosas que se pueden imaginar 2 padres que estarán 8 horas fuera de su casa y no tienen a nadie que los ayude a supervisar el tiempo libre de su angelito.
Como pueden ver este acontecimiento puede ser bueno o malo dependiendo del contexto en el que nos pongamos sin embargo, abordar este tema desde un punto de vista tan general nos puede llevar (como ya lo ha hecho) a divagar en miles de problemas y quejas sociales de las cuales podríamos llenar un libro sin llegar a nada productivo, por lo que es mejor enfocarnos en un sujeto en particular y vernos reflejados en él irremediablemente.
Supongamos pues que ha transcurrido ya ese periodo (no me atrevo a ponerle algún adjetivo) de vacaciones, la noche del domingo antes de volver a las actividades ha sido como siempre caótica, hay que poner en orden los útiles, tener la ropa planchada, los zapatos limpios, fijar el despertador 3 horas antes de la que ya estábamos acostumbrados y claro hacer el intento por dormir mas temprano también, cosa que por supuesto será poco mas que imposible primero por las preocupaciones y suposiciones de lo que pueda pasar en el primer día de clases y segundo porque el reloj biológico no se puede programar con la facilidad que lo hace el viejo despertador, la hora de dormir se ha recorrido considerablemente este periodo y ahora acostado en la cama y con nada mejor que ver que el techo de su recamara, Javier trata de conciliar un sueño que no encuentra, desgraciadamente para el la regla general en estos casos es que todo aquel que pierde el sueño por las noches suele encontrarlo por las mañanas.
Como era de esperarse el maldito despertador se quedo dormido ¿o fue al revés? Ya no importa, con el tiempo encima Javier salta de la cama como impulsado por resortes, ya no hay tiempo para darse ese baño matutino que nos saca un poco del estado semi inconsciente del que no encontramos a esas horas de la mañana por lo que una simple refrescada en la cara con agua fría tendrá que bastar.
La ropa perfectamente planchada la noche anterior debe aguantar un no tan perfecto ritmo de ajustarse al cuerpo, algún botón mal abrochado y varios pliegues acomodados de manera errónea que no tardarán en generar las indeseables arrugas, la barba que ya es de hace 3 días también tendrá que esperar su encuentro con el rastrillo que parece estar castigado en un rincón del baño del que parece no será retirado jamás. Su cabeza es una maraña tanto de ideas como de cabellos enredados que le dan el aspecto de un borracho saliendo por la puerta de una cantina después de estar todo el día abrazando la botella de licor, los zapatos perfectamente boleados han sufrido los primeros raspones del día ante la incapacidad de levantar los aún dormidos pies en las escaleras, el cielo es aún oscuro por lo que los focos de la casa representan toda la luz que puede obtener Javier a esta hora, también es toda la que sus cansados ojos pueden tolerar, se para frente al espejo y su rostro es para reírse, enormes ojeras circulan sus ojos que hacen ridículos intentos por permanecer abiertos y luchar contra los “potentes rayos” que emiten las bombillas eléctricas, nada que hacer en contra de eso, toma un viejo cepillo y lo pasa sistemáticamente por su alborotado cabello para darle forma a un extraño peinado, mitad clásico, mitad electro punk que no encaja en lo mínimo con su vestimenta, pero no hay tiempo para fijarse en esas cosas, baja rápido las escaleras y llega a la cocina, los platos de la cena de hace unas horas (¿horas? Parecieron minutos) aún se encuentran sobre la mesa, ya después habrá tiempo de limpiar, abre el refrigerador con fuerza desmedida y hace volar algunos de los pequeños imanes que lo adornan, algo mas que recoger después. Huevos al sartén, leche al vaso, trasero a la silla y comida a la boca, todo a una velocidad vertiginosa que no da espacio al actuar de las papilas gustativas, solo a un rápido accionar de masticar y tragar.
Su rápido actuar en la cocina le ha hecho recuperar un poco de el tiempo que perdió durmiendo esos 5 minutos extra, sale corriendo de su casa dirigiéndose a su automóvil y recuerda que ha olvidado algo muy importante, su cartera, corre como bólido por las escaleras, toma su cartera que descansa aún cómodamente sobre el pequeño buró ubicado a un costado de su cama y baja de nuevo corriendo las escaleras rumbo a su coche, esos valiosos minutos que consiguió devorando sin piedad su desayuno se han perdido en esas carreras, llega por fin a su vehículo que espera impaciente a encender el motor y volar rumbo al tráfico cuando se da cuenta que ha olvidado una cosa más, aún más importante, las llaves del coche (no quiero decir aquí las finas palabras que han salido de su boca al darse cuenta de su error) de nuevo a toda velocidad de regreso a su casa, cuya puerta por cierto había dejado abierta y por lo que otra bocanada de flores salen de su lengua, busca las llaves en el lugar designado para colgarlas y no están, el mundo parece venirse encima de él, por suerte en una frenética vuelta de su cabeza hacía ningún lugar puede ver el destello de sus benditas llaves en la mesa del comedor, las toma en su mano y corre, esperando que esta sea la última vez, a su coche 30 segundos después ya vuela por la calle rumbo a la avenida donde sabe que se enfrentara a su mayor enemigo del día de hoy, el tráfico.
No les puedo decir que Javier maneja entre los carros porque me quedaría corto con la descripción, si lo viéramos desde arriba con nuestra cámara satelital podríamos jurar que se tele transporta mágica y temerariamente de un hueco a otro por todo lo ancho de la avenida, el tiempo que lleva podría ser envidiado por varios pilotos de la Formula 1, pero hoy no hay tiempo para las sutilezas, le falta todavía un buen tramo para llegar a su destino y de seguir así lo conseguirá a tiempo, ya paso a la señora que va pintándose, al tipo que va cantando y bailando, ya rechazo a los que venden chicles y cigarros en los altos y estuvo a punto de atropellar a un ciclista que no entiende que en ciudades como Urbania la luz amarilla en el semáforo no significa alto sino “corre aún puedes pasar”
Apenas tiene 60 minutos de estar despierto y ya ha pasado emociones como para llenar el día entero pero por fin ha llegado a su destino, frente a él hay una acera enorme adornada con árboles frondosos que sin duda dan calma y muy buena sombra en un día soleado, varios autos se detienen al igual que el suyo en esta acera para cumplir una misión vital del día, Javier siente como la adrenalina corre por todo su cuerpo al recorrer el barandal metálico que adorna también la banqueta y llega hasta la puerta del colegio donde los padres bajan a sus hijos amorosamente de sus coches, entre todos los olvidos que tuvo el día de hoy, recordó su cartera, recordó sus llaves pero nunca recordó a su pequeño hijo que seguramente duerme aún placidamente en la comodidad de su cama, el primer día de clases tendrá que esperar un poco más.




Agente 07
Recordando

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